Sasha
Vivía atada en una casa y, al parecer, un día se sacudió con tal fuerza que sufrió una lesión medular irreversible. Aunque llegó a nosotros en busca de una silla de ruedas, su dueña cambió de idea y decidió ponerla a “dormir”. Ann optó por salvarla. Casi sorda y con problemas de visión, Sasha se tropieza constantemente con los otros miembros de la manada. Si bien recién llegada le gustaba cazar a los gatos que se acercaban al albergue en busca de comida, hoy es una perra muy tranquila: le gusta aislarse y tomar el sol sola. Eso sí, aunque se ha adaptado bien a la tropa, no permite que nadie se meta con su comida.
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